miércoles, 11 de mayo de 2011

Los modos me sobrepasan.
Si iban en el desierto como los discípulos de Emaús,
si hasta dudaban de la existencia de Quien se había Mostrado en plenitud,
si no supieron reconocerlo hasta que partió el pan,
"Nosotros esperábamos que Él fuera el Salvador de Israel"
no supieron reconocerlo hasta que se envío un pan del cielo recibido por Moisés,
¿Qué es esto? ¿Cómo no nos ardía el corazón?
Que nadie guarde nada para el día siguiente... Coman, que Dios volverá.
Multiplicación también, bodas de Caná obviamente,
Tomás que duda, que mete el dedo en la llaga... Y hay que animarse...
¿Tan seguro estabas, Tomás, de que no era Cristo el que se mostraba ante tí?
En esa seguridad radica tu mentira.
No dudo de que te hayas muerto con Él luego,
no dudo de que muchos metemos el dedo en la llaga.
Pero Moisés calmó a Dios, como cuando nosotros le decimos "Padre, perdónanos"
pero guardó ira en su corazón, no dormía sonriendo,
así como Pedro, ¿Chavon, te quedaste dormido?
¿Es posible que no puedas estar ni una hora velando conmigo?
Uno rompió las tablas, otro lo negó, al fin y al cabo es lo mismo,
si todo se rejunta y se reúne;
los isrraelitas seguían preguntándose ¿Cómo no nos ardía el corazón?
Y los discípulos de Emaús nunca pudieron contestarlo...
Al fin y al cabo Josue pregunta, ¿Creen en Dios?
Pero... ¿Creen en Dios, en Yahvéh; creen?
Quédate con nosotros, ya es muy tarde, y pronto el camino estará oscuro...

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