lunes, 28 de marzo de 2011

Vuelvo a mirar mi pipa, sigue existiendo y está cargada como el revolver de un asesino. Resulta raro otra vez volver al principio. Volver a ese instante en el que te conocí, volver a la manera en la que te conocí, volver a vivir lo que viví al conocerte. Lo peor es que sé que tú me entiendes a veces, sé que ves las astillas que hay en mi corazón, sé que algo ves, sé que no ves lo que quieres. Sé que entre colchas manchadas y conversaciones diarias, luego, ya dejo de importarte... Pero así fue siempre, es la historia de la humanidad. Sé que trascendemos las situaciones y a veces lo hacemos juntos. Sé que juntos seríamos invensibles. Lo sé. Y sé de las palpitaciones de nuestros corazones al hablar, al acercarnos, sé que aumentan... Sé de tí, tan poco como sé-d de Dios. Tal vez no conozca tus corazas, pero conozco tus muertes, conozco tu sepulcro, conozco tu mirada y el cambio... No puedo ver tu corazón ni tus intenciones, pero puedo sentir tu olor, veo tu vestimenta, tu pelo y tu tono de voz y eso me dice más de lo que pensas. Es posible que no pueda comprender el tiempo, ni tus actitudes, ni lo que queres, y que me cueste tanto respetarte porque no te entiendo. Pero, sin saber, te prometo, te prometo que soporto todo. Respiro un aire denso, perseverando algo que ni sé qué es, no sé por qué. Sólo tengo sed Mi Señor, cada vez más; sed de estar Contigo.

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