Pasa que desde aquí interfiere una imagen muerta de mi bella colección de ideas obsesivas, y los códigos que se presentan risueños en esas imágenes, tú los has olvidado, se desvanecen por intentar unir la hierva muerta y la realidad misma del presente. Y entonces al caminar sólo me persiguen perros y no tu rostro.
Cuando a tí te parecía ridículo decirme hola, saludarme, besar mi mejilla. Hoy también parece ridículo decir a adiós, cuando hace miles de años que no nos saludamos como corresponde.
Y siempre se reaccione ante los puntos suspensivos...
Miraba las espaldas de mis amigos y expresaba que aún, respiro.
Entendía lo que decías, porque entendía los silencios. Y es cierto que hay realidad teóricas. Que hay cosas, que se comulgan.
Entonces allí estaba, pregunté y respondieron. Mi cuerpo no funcionaba, como aquélla vez en la que me arrastre como serpiente para confirmar la lágrima co-redentora.
Pero nos entendemos en el dolor, eso es lo que pasa. Se estalla en grises de un cielo que atardece.
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